jueves, 19 de julio de 2012

Between jobs

Y el día menos pensado llegó. Llegó además acompañado de todas esas casualidades que solo pueden acompañar al día menos pensado. Por ejemplo, ¿qué tienen en común un frasco de colonia, un clásico de Julio Verne en francés y un trabajo de más de 12 años? ... pues sí, que todos se acaban el mismo día. No voy a analizar si es coincidencia (¿cómo podría serlo?) o no. Sería algo así como valorar por qué de todos los coches de España, de todos los coches del mundo, está aparcado delante de mi puerta el coche que está aparcado y no otro. Y que encima la suma de los números que componen su matrícula sea impar, que eso tiene todavía mucho más mérito porque no solo podía haber sido impar sino que, echándole imaginación, podía haber sido hasta un número imaginario. Pero no, era par y azul, el coche, claro.

La verdad es que la semana no se presentaba muy propicia. Los enanos crecían por doquier y los elementos parecían conspirar para que la última semana antes de unas vacaciones fuera como se supone que debe ser una semana antes de unas vacaciones, de locura. Como era lógico, me sentía inquieto (por no decir que me daba cosa) sobre todo por el programador que tendría que tomarme el relevo la semana próxima. Por este motivo estaba firmemente determinado a dejarlo todo lo mejor posible.

Sin embargo, el lunes amaneció torcido para ese fin y recto para mí que me fui de comilona por ahí con los compañeros. Iban a quedar solo cuatro días para desfacer el entuerto enmendando lo que fuera más enmendable de todo lo enmendable que hubiera. En ello estaba el martes ... con menos éxito si cabe que el lunes.

De repente, sobre las 13:00 me llamaron a capítulo. Me extrañó pero si bien últimamente las reuniones sorpresivas en salas no eran frecuentes, tampoco había ningún motivo por el cual pensar que la reunión no fuera para nada más que para preguntar por tal o cual dato o cómo hacer o dejar de hacer tal otra cosa. Así que entré con la pequeña duda todavía viva pero bien contenida, confinada, encerrada tras su cerradura de media llave.

Entré en la sala y el recibimiento no ayudó a despejar la duda. Más bien abrió la cerradura de forma que la duda se pudiera pasear libremente dentro y fuera de su celda. Me comunicaron algo así como que habían decidido que saliera. ¿Del proyecto? ¿De la empresa?. Continuaron dando explicaciones, lugares comunes, lo que diría yo en caso de tener que decir algo y la duda había cogido un columpio, lo había colgado del dintel y se columpiaba ora dentro ora fuera. Que si mi trabajo lo podía hacer otro perfil, que si de mí (o de mi categoría) se esperaban otras cosas, que si no era en absoluto personal porque a esos niveles todo el mundo es muy bueno .... ahhh migo, la duda que estaba ya un poco mareada la pobre vio el momento ideal para soltar el columpio e impulsarse hacia fuera con fuerza. De paso, no sé cómo, cerró la celda de un portazo.

Ya no cabía duda, me estaban despidiendo. Estaba viviendo una circunstancia sobre la que había pensado en diferentes ocasiones, sobre todo, justo es decirlo, cuando hace tres años la puerta se cerró dejando a la duda con cuatro palmos de narices, tres de ellos en mala situación a causa del golpe.Fueron unos cuantos minutos en los que probablemente ninguno de los dos lo pasó especialmente bien ni especialmente mal. Era su trabajo comunicarlo y el mío recibirlo con la entereza que entiendo que hay que recibir los cambios en la vida sobre todo cuando son circunstancias sobre las que tú no puedes actuar. Antes de que se marchara le di las gracias. Al menos conmigo habían tenido el gesto de asumir tanto la decisión como la comunicación. Históricamente no en todos los casos ha sido así.

A continuación, pues unas tres horas de efervescencia. Primero la información por parte de R.R.H.H. de cómo va el proceso. A continuación intentar dejar, mal, pero en la mejor situación posible aquello en lo que estaba trabajando incluyendo una breve despedida por correo de la gente de Bratislava. Tras ello, posiblemente muy tarde pero lo antes que pude, empezar a despedirse de la gente.

La verdad es que hasta entonces todo había ido/sido muy discreto, muy bien. Ahí ya empezó a complicarse la cosa. Me fui a la mesa donde estaba el equipo y no sabía si empezar por alguien en concreto o por todos. Si empezaba por alguien en concreto podía hasta malinterpretarse. Así que inicié un amago de intento de empezar a decir algo cuando a la vez me llamó Giovanni al móvil y, Carmen, una de las chicas del proyecto empezó a llorar. Eso sí que no me lo esperaba y me emocioné, de verdad que sí. Me fui a una sala, preocupado por que la posibilidad de que pudiera entrar alguien. Una preocupación un tanto inútil, ¿qué podían hacer? ¿despedirme? :-). Allí en la sala hablé unos minutos con Giovanni, ambos conseguimos controlar las emociones que Carmen había desatado y dejamos los detalles para un futuro encuentro.

Volví al equipo. Todos estábamos más calmados, sobre todo los que nos habíamos emocionado, claro está. El resto un tanto incrédulo, haciéndose esas preguntas a las cuales yo respondía que no había respuesta. Quizás les faltaba algo de experiencia y haberse percatado de que en ocasiones anteriores había caído gente buena, mala, con proyecto asignado, sin proyecto asignado, rubios, morenos .... La situación era la que era, había que aceptarla y confiar en que todo esto fuera para bien.

Conseguí despedirme de ellos y continué por la planta superior donde alcancé a hacer lo propio con unos cuantos rezagados que todavía no se habían ido. Se repitieron las escenas de incredulidad por un lado y las de resignación por otro. Terminé de despedirme de los gerentes los cuales parecieron no estar al tanto (y posiblemente no lo estuvieran) de la noticia. Bajé de nuevo a mi planta, recogí mis cosas (un par de cepillos de dientes, pasta ... de dientes, claro, una moneda de 5 céntimos que había en mi cajonera, unos libros de inglés, los certificados de los cursos y todo lo demás (papeles de antiguos a antiquísimos) a al basura.

Me gustó ver que podría haberme ido en cualquier momento. Un cepillo de dientes y poco más eran los únicos efectos personales que había por allí. Hubo alguna que otra cosa que repartí entre los presentes pero poco más. Tras ello, casi a las cuatro, me despedí de los pocos que quedaban en la segunda planta incluyendo a quien me había comunicado la decisión y para casa.

Ayer fui a inscribirme como solicitante de empleo para dar fe de que lo que no había conseguido Zapatero, mandarme al paro, lo ha conseguido Rajoy. Espero que consiga también lo otro que le faltó a Zapatero que no es sino que yo redirija mi futuro profesional. No he tenido mucho tiempo de valorar lo que esto ha supuesto pero cada vez tengo más claro que lo debo ver como una oportunidad si no como un regalo. Mucho mejor ahora que con casi 50 años. Sí que es cierto que la crisis no ayuda mucho pero bueno, eso para los que gusten de retos fáciles.

Ahora mismo a descansar unos días, a evaluar diferentes alternativas y después a actuar en consecuencia. Por lo pronto, el cambio se ha podido ver en diferentes facetas de mi vida. Una red wifi, una cuenta de correos y una aplicación menos en el móvil. Un cambio de ADSL sobrevolando y hacer añicos la tarjeta del seguro privado así como la corporativa. Pocas cosas son tras más de 12 años.

EGB: 8 años
BUP + COU: 4 años
Universidad: 4,5 años
Primer trabajo: +12 años.

Teniendo en cuenta (a vuelapluma) mi edad y el número de horas a cada cosa, es probable que me haya pasado trabajando para esta compañía el doble de tiempo del que pasé estudiando en EGB + BUP + COU o cuatro o cinco veces el que pasé estudiando en la universidad. Si nos centramos solo en el número de años, he debido pasar trabajando el mismo número de horas que he dormido en mi vida. O visto de otra forma, de cada tres horas de mi vida, he debido pasar una durmiendo, otra trabajando para la compañía y la tercera en actividades varias.

Estas horas al igual que las horas de los próximos días recaen sobre ese mismo capítulo, actividades varias, y más concretamente sobre la actividad que un estadounidense definiría como: "Between jobs".

Un saludo, Domingo.
P.D. La gente ha sido siempre, con diferencia, los más gratificante de todo. Ahora puedo decir que si tengo que quedarme con algo, me quedo con esas lágrimas de la despedida. No se me ocurre mejor forma de salir de un sitio.

6 comentarios:

  1. Jodo macho, pues a mi la entereza leyendo esto se me ha ido por los poros, y por los lacrimales se ha escapado algo de agüilla... Ya sabes porque lo hablamos, lo que me toca los huevos que cosas así ocurran, en los días posteriores no han sido pocos los que se han asombrado al enterarse, porque si hay una cosa en la que todo el mundo coincide es en que tú eres un fuera de serie, así que no hay manera de entender la decisión de la empresa... se ve que los que estamos a por debajo de cierto nivel no tenemos esa tan traida "visión global" pero yo al menos, prefiero no tenerla y espero además no llegar a entederla nunca. Se pasan la vida hablandonos de "equipo" de que formamos prácticamente una familia y que debajo de su paraguas nos tenemos que sentir seguros, pero aunque es cierto que en muchos casos nacen bajo el techo empresarial relaciones fortísimas de amistad o incluso de amor, que algún matrimonio ha salido, resulta después que para la empresa no somos más que números... Para muchísima gente lo que ha pasado contigo el martes pasado es un antes y un después en su relación con la empresa, porque a todos los que llevamos cierto tiempo bajo ese techo nos ha crecido en la frente un cartelito con nuestra fecha de caducidad, y aunque no somos capaces de leerla sin duda ahora somos plenamente conscientes de que está ahí...

    un beso y hoy también un abrazo fortísimo

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  2. Yo fui consciente de tener fecha de caducidad en la oleada del 2009. No había nada más que ver algunas de las salidas para comprobar que el criterio no era una hoja excel, como por otro lado no tenía sentido que fuera. Ya antes pero sobre todo a partir de ese momento sentí que, con independencia de que no es justo generalizar, hay un gran esfuerzo dedicado a la propaganda interna que no se correspondería con una voluntad genuina de preocupación por el empleado.

    Y no digo que necesariamente la intención sea esa pero sí que, por los motivos que sea, en algún momento dado se rompe la correa de transmisión y lo que llega es eso. A pesar de todo es cierto que algunas decisiones te cuesta trabajo pensar que sean impuestas. Por este motivo en mi caso me gusta pensar que lo han hecho por hacerme un favor. Y, de ser así, agradecido les quedo.

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  3. Pues, ya sabes, todo ocurre por algo. Seguro que ahí estará esperándote algo mejor y nuevas oportunidades. Y como dices, después de analizar y tragar lo ocurrido, toca levantarse con mucha energía. Saludos.

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    1. Muchas gracias Lucía, confío en que así será :-).

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  4. " ...en ocasiones anteriores había caído gente buena, mala, con proyecto asignado, sin proyecto asignado, rubios, morenos ...."
    En esta ocasión, lo de rubio-moreno no es el caso :-P, pero, en mi opinión, sí que entras dentro de "gente buena", buenísima, no saben lo que pierden realmente. Se te echará muchísimo de menos por aquí.

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    1. Muchas gracias, no te preocupes ya verás cómo se pasa rápido, que el tiempo vuela :-). Pero sí, es cierto, son muchos años y mucha buena gente y gente buena que queda todavía por ahí ... y que todavía tengo que pasar para visitar y despedirme, no se me olvida :-).

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